Las Palomitas Blancas o Comerciantes de la estación y el Fortín Ferroviario.
Siempre hay
historias que van anexas, como verdaderos ramales, a la del ferrocarril
chileno. En este caso hay dos cosas que en San Fernando, son todavía recordadas
por los ferroviarios y pasajeros: las palomitas blancas y el fortín
ferroviario.
Las palomitas blancas o
Comerciantes de la Estación[1].
Cuando los
viajeros pasaban de la sala de espera al andén o descendían de los coches, se
encontraban con los puestos en el andén 2, donde señoras ofrecían sus
productos.
Para poder
trabajar en la estación, las comerciantes debían cancelar un permiso a
ferrocarriles, de carácter anual, de esta forma ellas tenían la posibilidad de
ofertar sus productos.
Dentro de las
personas que se catalogaban como Comerciantes
de la estación, se encontraban: la Sra. Anita Torrealba[2], la
Sra. María Huerta, la Sra. Anita Lizana[3], la
Sra. Emilia, entre otras personas que cumplían la misma labor.
En las conversaciones que se tuvo con la Sra. Anita Torrealba, comentaba que era un trabajo esforzado, donde tenía que arrastrar un pesado carretón en el cual llevaba la mercancía como también los tableros en que colocaba sus productos a vender.
Una anécdota que
se venía a su mente era que había algunas personas que no pagaban lo que
consumían, así se recordaba de un cargador externo y el que tenía un defecto
físico en el ojo – era tuerto– quien le pedía fiado y después no cancelaba la
deuda.
También se
acordaba de la mascota que tenía su hija menor (quien siempre la acompañaba e
incluso aliñaba en algunas veces las famosas patitas de vacuno) mordía y arrastraba de los pantalones a los que
se iban sin retribuir los productos comprados.
Hasta el día de
hoy existen algunas personas que cumplen esta labor, por ejemplo: en la
estación González Bastías del ramal Talca – Constitución como también en la
Estación de Curicó.
El Fortín Ferroviario.
En la ciudad de
San Fernando, cercano a la estación de ferrocarriles, por la calle
Quecheregüas, se encontraba un lugar que los trabajadores lo utilizaban como
espacio de diversión, este era el fortín ferroviario.
Muchas historias
quedaron plasmadas en el extinto recinto, sin embargo, el Fortín Ferroviario, contaba
con cancha de básquetbol, salón de actos, biblioteca y un espacio para el box,
el yudo y el atletismo e incluso era ocupado para la fiesta del riel.
Figs.: Nolberto Torrealba en el fortín ferroviario, foto y gentileza Nolberto
Torrealba.
También, se realizaban algunos actos cuando se celebraba la fiesta del riel, tales como los disfraces, actividades deportivas, entre otras cosas.
Actualmente este
edificio no existe, no obstante, sigue presente en la memoria de cada una de
las personas que participó en actividades ya sea activamente o como espectador.
Fig.: Fiesta de
Disfraces de la Santiago Watt en el fortín ferroviario, foto de Sergio Lara,
gentileza Sra. Flora Molina Murillo.